LLEI D'ART 2
11 el rincón del profano No basta con el talento Los hechiceros del arte DETALLE OBRA DE JOAN PELÁEZ (1977) Colección privada Son muchos los momentos en que me sorprendo a mí misma intentando encontrar en donde no hay, buscan- do en un mare mágnum de elementos perfectamente equilibrados y expresados, pero tan fríos y carentes de contenido como un cubo de estaño. Y de verdad que deseo con todas mis fuerzas sentir algo, pero créanme que no lo consigo. Nunca he estudiado arte. Lo mío son las ciencias, quizás porque prefiero aprender de la naturaleza que de mis congéneres. Sin embargo, amo el arte con delirio. Me cautiva la pro- digiosa capacidad que sólo algunos privilegiados po- seen, de poder convocar tantas sensaciones a un mismo tiempo con un solo mensaje. Resulta contradictorio. El ser humano, tan imprevisible e imperfecto, tan comple- jo y simple a la vez, despierta el mayor de los intereses cuando sabe abandonar esa cárcel materialista dentro de la que incomprensiblemente se reboza, y se deja lle- var por su espíritu, único y exclusivo, inmenso, grandio- so y rompedor. Es entonces, y sólo entonces, cuando se abre una puerta a la esencia del arte que mora en él. Me refiero a ese “poderío” que impregna a algunos con sus untuosos caldos y les convierte en maestros. Ya hace falta ser muy bueno para catarlo. Y mucho más bueno aún para saber aprender de ellos y contagiarse, aunque sólo sea “de oído”, de su talento. Hay artistas que representan la realidad, su particular modo de leerla quizás, pero su realidad al fin y al cabo. Hay otros muchos que prefieren inventarla para de este modo poder creérsela y sentirse más dichosos. Hay, por
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