LLEI D'ART 2
63 espectador, observador, que esté en posesión de unos conocimientos que no son necesarios para “degustar” otras manifestaciones artísticas, como el cine, la música; incluso se le exige participar en la creación de la obra. ¿Acaso, uno no participa de la obra en la visión de una tela del pasado anterior a las “Vanguardias”?” Y volviendo a nuestra situación actual, situación penosa y lamentable donde los artistas son los que al parecer tienen que mantener a todo el círculo o circuito que pu- lula por las entrañas del arte. Los artistas son los pro- veedores de arte, pero resulta que no solo tienen que hacer unas magnificas obras, sino que además tienen que pagar por exponerlas. El artista de hoy en día tiene que tener arte y mucho dinero. A las galerías les debemos pleitesía y ellos tienen con nosotros derecho de pernada. Cuando una artista entra en una galería y se da a conocer como tal, lo primero que recibe es un gesto agrio del señor que atiende dicho comercio. Y digo bien, comercio, porque los galeristas en general son personajes, que al igual que han puesto un puesto de venta de cuadros, podrían haber puesto un comercio de bolsos de piel de sapo. Al artista lo miran transformando sus obras en billetes y muchas veces la imagen de los billetes no les deja ver más allá de sus propias narices. La falta de respeto hacia el artista es total. Como hace poco me dijo una “directora” de una galería madrileña, a ellos lo único que les importa son los clientes. ¿Acaso sus proveedores no son importantes? ¿Qué harían los galeristas si los artistas no les diéramos a vender nues- tras obras? Como decía antes, el artista paga por todo: Compra los materiales, emplea su tiempo y su arte, tiene que pagar un alquiler de la sala, los catálogos, el envío de los ca- tálogos, el cóctel de inauguración y por si fuera poco, unas altísimas comisiones. Luego está la vertiente digamos barata. La que ofrecen Ayuntamientos, Diputaciones, Cajas de Ahorros, etc. Aquí también hay de todo como en la viña del Señor. Normalmente, aunque no siempre, para que te den la oportunidad de disponer de una de estas salas tienes que ser amigo de… o estar presentado por alguien in- fluyente. Las salas municipales como no es muy difícil de comprender, se sostienen gracias a los impuestos de los ciudadanos. Pues bien resulta que también hay salas de este tipo donde si quieres exponer te cobran una obra. Es decir una doble tributación. ¿Y dónde van a parar esas obras? ¿Tal vez al despacho o a la casa de algún político o funcionario? España es una madrastra para sus hijos, pero los Ayun- tamientos son la Bruja de Blancanieves mezclada con la Señorita Rottenmeier, dedicados a fastidiar a quien no les vota con adhesión inquebrantable. Los grandes expendedores de arte son las galerías. Pero ¿alguien conoce una galería de arte y cultura? Es decir, conocemos locales donde se exponen obras de arte para su venta, o mas bien comercios de arte, donde nos en- contramos a un señor/a detrás de su mesa ojeando un periódico o mirando una pantalla de ordenador. No co- nocemos una galería de arte donde se organicen visitas guiadas que nos enseñen a ver el arte. No conocemos una galería de arte donde se organicen debates o char- las culturales, etc. Es por eso que estos comerciantes del arte no saben valorar ni respetar al artista. Solo ven sus obras transformadas en billetes. Y si venden obras tuyas te quieren y si no te desdeñan. Los artistas también “tienen” otros medios donde darse a conocer y los voy a exponer brevemente. Están las Ferias de Arte tanto nacionales como interna- cionales. En unas, tienes que ir de la mano de una gale- ría y en otras, las llamadas independientes, el artista va
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