LLEI D'ART 3

25 zando la oscuridad de una época. No era el tema lo que importaba sino cómo se pintaba. Lo simbólico es así; no es la idea representada, sino cómo está representada “un arte verdadero es un arte de representación simbóli- ca y significativa; una representación de cosas que sólo pueden verse con el intelecto (Ananda Comaraswamy) También simbolizaba la oscuridad de una época Van Gogh (ver figura 3). En el cuadro “Comedores de Pata- tas”, no está contando una historia tal como se entiende ésta, los personajes no actúan. Han sido captados en una instantánea. Van Gogh, (al igual que Velázquez), compone el cuadro como un bodegón. Sitúa los per- sonajes en torno a un círculo (principal de las figuras geométricas sencillas) cuyo epicentro es un foco de luz, que determina el hecho simbólico. El tema es simple, el planteamiento también. No hay anécdota. La composi- ción se centra en el acto de comer unas patatas, éstas son el único alimento posible para aquellos personajes. Es un bodegón, una “vanitas”, pero al reducir la paleta a una gama de tonos neutros y ocres, y dotar al con- junto de la composición de una luz casi celestial que expande por el centro del cuadro reflejando ese espacio pictórico, logra el elemento simbólico, y de esta manera consigue la simplicidad. En definitiva, la simplicidad es aquella forma de repre- sentación que nos hace capaces de recordar la idea y transmitirla. Aunque nosotros intentemos copiar el refe- rente tal como lo vemos, es en el proceso de represen- tación donde aquellas partes complejas desaparecen en nuestra mente y en alguna manera son filtradas por nuestro intelecto, reducidas y sintetizadas en función de una mejor comprensión simbólica. ¿Qué es el simplicismo? A lo largo del siglo XX, los artistas han intentado desha- cerse de la anécdota para darle prioridad a la textura, Fig.3: Van Gogh “Comedores de Patatas” al trazo, al gesto, a la emoción, al signo, en definitiva. Pero haciéndolo se han olvidado del símbolo. Este es necesario que aparezca en la obra de arte. Sin él, la obra de arte no tiene sentido, no tiene contenido. Por eso es necesario que al abordar este nuevo siglo que comienza, los artistas tomen conciencia de la necesi- dad de olvidarse de tanto formalismo y dotar al arte de contenido. Para ello el artista simplicista debe estable- cer una interacción entre signo y símbolo. El signo, al ser gestual epidérmico e ilustrativo, y al con- tener una morfología sencilla y de fácil aprehensión, se convierte en el principal generador de todas las rela- ciones, de todas las formas posibles. El símbolo por el contrario, contiene unos valores plásticos, que al ser formados por imágenes designan conceptos por se- parado que requieren de una serie de códigos prees- tablecidos para poder ser descifrados. El signo se nos aparece aquí como algo que nos da la cosa hecha, cuyo significado viene reflejado en la misma cosa. El símbo- lo se manifiesta más hermético, su significado es más trascendente y por lo tanto todos los elementos que lo componen sirven de soportes de la memoria. El signo por lo tanto es aquello que se hace visible, aquello que reemplaza algo por alguien. El símbolo, en cambio, es algo que se intuye, es la significación de lo invisible a través de lo visible (la imagen) y sus connotaciones. Si el signo manifiesta, el símbolo oculta. Podríamos decir entonces que la forma es el signo y que como éste, obedece a unos planteamientos pura- mente sensoriales y epidérmicos de la realidad que nos circunda. Esto es, el signo significa aquello que pen- samos y generalmente pensamos aquello que vemos, percibimos o sentimos, aquello que se asemeja a las cosas y lo desemejante de las mismas. Lo que las co- sas son y su esencialidad. La forma y el signo se nos presentan como dos elementos paralelos que actúan a través de los procesos intelectuales y también senso- riales. Podríamos afirmar por lo tanto que la forma es la configuración plástica de la imagen pensada, el signo, o como diría Goethe “ Lo que está dentro (idea) está tam- bién fuera (forma)” . De esta manera, cuando analizamos el concepto mesa, partimos en un principio del signo que define dicho con- cepto. Este viene dado por la memoria biográfica; esto es, a través de los tiempos, el concepto mesa ha per- durado en la memoria colectiva y, exceptuando algunas variantes formales, todos pensamos en una mesa como una plataforma sustentada en una o más patas, la cual tiene unas funciones específicas. Inmediatamente to- mando estas referencias podemos darle forma gráfica a este signo y diseñamos la estructura de una mesa. Damos forma al signo, significado visual a la idea. Pero a la hora de hacerlo se puede realizar desde dis- tintos puntos de vista, ya que si bien el concepto mesa se conserva en el lenguaje como un concepto general,

RkJQdWJsaXNoZXIy NzgyNzA=