LLEI D'ART 9

presentación Cierto parece que en nuestros pecados están nuestras condenas. Escapando irracionalmente de nuestra inicial condición de seres capaces de amar y sentir, nos hemos refugiado en la gruta de la vanidad, donde el color se torna en sombra, y el ardor de nuestros corazones se congela bajo la escalofriante frialdad de la negación del alma. Lan- zamos el instinto, injustamente tenido como vergonzoso, por la ventana, para convertirnos en plásticos moldeables a capricho de la voluble sociedad moderna. Sólo algunos lloran por él, aquellos que han llegado a darse cuenta de que no todo debe ser forzosamente modelado para alcanzar la calidad. De hecho, hay una parte de nosotros que merece mención especial. Se trata precisamente de la que más nos caracteriza y sobre cuya columna vertebral discurre nuestra existencia. Me refiero a la sensibilidad, una ventana abierta a una realidad de difícil interpretación si no es valiéndose de los ojos del alma. Esa sensibilidad sentida, profunda y arraigada, que no desea sentirse intimidada sin previo aviso, es el resultado de una percepción, más o menos desarrollada, y suele implicar una cierta complicidad, según el impacto de lo percibido. Se rige por emociones, demasiadas veces reprimidas, y suele fondear en puertos de aguas sosegadas y claras, porque su expresión reporta confianza y satisfacción. Es la persistencia del recuerdo lo que hace a la experiencia inmortal y transferible, al menos en su esencia. Esas leyes que, como impronta, quedan rubricadas al fuego sobre la superficie del corazón humano, son parte de nuestro genoma, y nos convierten en algo único, con un potencial incalculable para hacer el bien y amasar el valor y fuerza necesarios para someter a cualquiera de los demonios que ose pretendernos. Creo firmemente en ello y me autoinfundo esperanza por el mero hecho de oírmelo decir una y otra vez. Pasa el tiempo y con él, el viento arrastra episodios de pequeñas historias que en su día parecieron colosales pero que ahora apenas son descoloridas remembranzas. Nada permanece y nada importa tanto como aquello que llenó lo que tras nuestro paso no es más que vacío. Luisa Noriega Directora 3 SOBRE CIERTAS LEYES NUNCA ESCRITAS «Pruden» (detalle). Borja Buces Renard Óleo sobre lienzo encolado sobre madera. 160 x 160 cm.

RkJQdWJsaXNoZXIy NzgyNzA=