El horizonte perdido (detalle). 2017. Franco Salas-Borquez. Óleo sobre lienzo

El niño que abrazaba el mar

HISTORIAS INSPIRADAS EN OBRAS DE ARTE. El horizonte perdido. 2017. Franco Salas-Borquez. Óleo sobre lienzo

 

No temas su furia, es pura pasión desbocada.  —le susurraba, maliciosa, la luna—.  Su bravura es abnegación. Su brio, entereza.

Y el niño le aguantó la mirada al mar, y el mar se apaciguó

El niño contempla el mar, a ojos de todos tan enfurecido. Pero él no percibe enojo, sino quebranto. Y le duele su aflicción, como también se mece con sus ondas cuando aquel se sosiega. Vuelve el asedio del viento, que alienta su arranque, y el mar responde, se enerva y azota, se yergue y se rompe en millones de esquirlas de espuma blanca. Pero el niño no se suelta de su mano. Es el mismo océano que arrulla su adormecer y desvela historias a sus sueños, profundos e insondables como el propio Pacífico. Soberbio e incomparable, su hechizo se ha infiltrado entre sus venas y ya forma parte de su historia. Ahora cabalga sobre sus ondas, sacudidas y tormentos con su pincel. Se sabe cómplice, y el mar, de nuevo, se le revela, sea de día, sea de noche, porque ambos siguen juntos.

Acaricia sus ondulantes cabellos con sus dedos, entiende sus arrebatos. Ha crecido al abrigo de su embrujo y sabe bien que tras su crugir durante las noches de mar embravecido, hay pedazos rotos y lágrimas de sal. Y por eso él permanece a su lado, acompañando su duelo, viendo como se despedaza para volverse a erigir. Y transcurre la noche, y el viento se aplaca, y el gran mar, agotado, se pacifica...

(Fragmento extraído de «El niño que abrazaba el mar», basada en la historia real de un artista y de su obra).